Dorothea Puente: no te fíes de las ancianitas

Actualizado: 31 may 2023

Dorothea Gray fue una niña criada en una familia pobre, en la que la madre pegaba a sus hijos y su padre los odiaba. Tras la muerte de ambos progenitores, la familia acabó repartida en diferentes orfanatos.

Durante muchos años Dorothea ocultaría su infancia, diciendo que había nacido en México en una familia feliz de 18 hermanos antes de mudarse a Estados Unidos, e incluso llegar a aprender español para hacer más creíble su falsa biografía.

Durante su juventud aprovechó la vuelta de los soldados de la guerra para ganar dinero prostituyéndose. Se casó con Fred McFaul, uno de sus clientes, quien acababa de volver de la guerra y le propuso matrimonio al poco tiempo. Dorothea aceptó y tuvo una hija al año siguiente, que rápidamente dio a su suegra ya que no quería hacerse cargo de ella.

Fue cuando tuvo a su segunda hija cuando su matrimonio se fue al traste: Dorothea se puso de parto cuando su marido estaba en el trabajo y ella decidió ir sola al hospital y tener a su hija sin avisar a nadie. Nada más nacer, la dio en adopción. Cuando apareció por casa al día siguiente sin su hija, Fred decidió poner fin a su matrimonio.

Trás su divorcio siguió ejerciendo la prostitución, pero ya no resultaba tan atractiva como antes. Empezó a delinquir y algún tiempo después se casó por segunda vez, con un marino mercante llamado Axel Johansson que pasaba mucho tiempo en el barco.

Como Dorothea se aburría, siguió acostándose con otros hombres mientras su marido trabajaba, quien cuando se enteraba de estas infidelidades le daba palizas. En este época Dorothea empezó a vender tratamientos y remedios, todo ello bajo la mentira de que era naturópata, lo que hizo que su marido la ingresara en un hospital psiquiátrico por miedo a que matara a alguien.

Cuando salió, aprovechando uno de los viajes del marido, cogió los ahorros del matrimonio y huyó a Sacramento. Trás un intento fallido de ganar dinero con un burdel, empezó a trabajar cuidando a personas con discapacidades físicas y a ancianos en sus residencias privadas. Aprovechándose de la confianza que sus pacientes tenían en ella, los drogaba y les robaba los cheques de las pensiones.

En 1966 dejó este trabajo debido a las sospechas de las familias y decidió abrir una pensión, que rápidamente se llenó de vagabundos y discapacitados a su cargo. Pasado un tiempo se hizo amiga de Ruth Monroe, una mujer que terminó viviendo en la pensión debido a la enfermedad de su marido y a sus problemas económicos.

Dorothea acabó con su vida poco a poco, mediante dosis calculadas de sus propios medicamentos, mientras que le robaba el dinero. Tras la muerte de Ruth, su hijo insistió en la implicación de Dorothea en la desaparición del dinero, y finalmente esta pasó 5 años en la cárcel.

Durante su estancia en la cárcel conoció a Everson Gillmouth, quien sería su siguiente víctima. Lo convenció de su amor y gracias a su dinero abrió otra pensión que enseguida se llenó. Dorothea lo mató de nuevo mediante un cóctel letal de medicamentos y se deshizo del cadáver envolviéndolo en plástico y tirándolo al rio dentro de una caja.

Dorothy Miller y Benjamin Fink fueron las dos siguientes víctimas de una lista de cadáveres que mayoritariamente acabaron abonando el jardín mientras Dorothea se hacía rica.

No fue hasta la desaparición de Alvaro ‘Bert’ Montoya que todo terminó. La asistente social de Bert sospechó desde el principio cuando fue informada de su desaparición, sospechas que se agravaron tras un error de un supuesto "familiar" de Bert durante una llamada telefónica. Al día siguiente el detective John Cabrera fue a la pensión y descubrió que Dorothea obligaba a sus huéspedes a mentir y que el jardín tenía un cierto olorcillo a muerto.